Por Roberto Cacciola, presidente de la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM)
A lo largo de los últimos 80 años, la industria minera ha transitado un camino de transformación, marcado por hitos que definieron su presente y proyectan un futuro auspicioso para el desarrollo productivo del país.
Durante gran parte del siglo XX estuvo relegada frente a otras actividades económicas, como la agricultura y la ganadería. Entre los proyectos mineros de larga data, se destaca Aguilar, mina de plata, plomo y zinc, en Jujuy, que en la actualidad tiene más de 90 años y sigue en funcionamiento.
El punto de inflexión de la industria llegó en la década de 1990. En 1993, con la Ley de Inversiones Mineras 24.196, enfocada en la promoción minera, estabilidad fiscal y apertura a la inversión extranjera, Argentina se convirtió en un destino atractivo para el desarrollo de grandes proyectos. En paralelo, la Ley 24.585 de Protección Ambiental para la Actividad Minera, de 1995, marcó un hito en la regulación moderna del sector. En este contexto se pusieron en marcha emprendimientos emblemáticos como Bajo de la Alumbrera (cobre y oro, en Catamarca), Cerro Vanguardia (oro y plata, en Santa Cruz) y Fénix (carbonato de litio, en Catamarca), que posicionaron al país en el mapa global de la minería metalífera.
Entre 1994 y 1997 surge interés en proyectos de cobre como Pachón en San Juan y Agua Rica en Catamarca, los cuales por desequilibrios macroeconómicos posteriores aún no llegaron a fase productiva. No obstante, las labores de exploración continuaron, siendo dos de los proyectos de clase mundial de mayor envergadura del mundo. En esta década, se firma también el Tratado de Integración Minera con Chile. De 2003 a 2007 resurge el interés en la minería del oro y plata y se desarrollan proyectos como Veladero en San Juan; Manantial Espejo y San José en Santa Cruz.
En 2007 se produce un quiebre, a partir del inicio de incumplimiento de la Ley de Inversiones Mineras. Los proyectos que entraron en producción a finales de los 90 gozaban de estabilidad fiscal, obtenida cuando no existían Derechos de Exportación. En ese año se les impone su pago, lo que modifica su carga impositiva total y nunca se les devolvió el exceso de pago de impuestos. De 2011 al 2019 entran en producción proyectos de oro y plata, tales como Cerro Negro, Cerro Moro y Don Nicolás en Santa Cruz, y Lindero en Salta.
La minería es hoy una aliada del ambiente, que permite fabricar paneles solares, turbinas eólicas, autos eléctricos y sistemas de almacenamiento energético. Esto lleva a repensar su rol como herramienta clave para un futuro más verde, inclusivo y productivo.
En este contexto de cambio de paradigma, se dispara el interés por el litio. Hasta 2020 sólo existían dos proyectos en el país (Fénix y Sales de Jujuy). Empresas internacionales invierten en Argentina para desarrollar proyectos: en los últimos tres años ingresaron a producción cuatro nuevos, a los que se suman otros cinco actualmente en construcción. En 2022 se produjeron 35.000 toneladas de carbonato de litio, y en 2025 se esperan 120.000 t, marcando un crecimiento de casi 250%.
Otro de los destacados en este nuevo paradigma es el cobre. En la actualidad tenemos una nueva herramienta, el RIGI, que ha potenciado el interés en los proyectos de cobre. A los ya mencionados Pachón y Agua Rica, se suman Josemaría, Filo del Sol, Altar y los Azules en San Juan, Taca Taca en Salta y San Jorge en Mendoza.

No hablamos de potencial sino de realidades. Para dimensionar su importancia pensemos que con Chile compartimos la misma cordillera, lo que permite estimar similares recursos minerales, y es principal productor mundial de cobre. Produjo en 2024 más de 5.300.000 toneladas, en tanto que la producción argentina es prácticamente nula. La minería chilena genera en exportaciones anuales prácticamente lo mismo que el agro en Argentina.
Con los proyectos indicados, suponiendo plena producción, se producirían y exportarían como mínimo 1.200.000 toneladas de cobre, colocando a la Argentina entre los cinco primeros productores de cobre del mundo y agregando exportaciones por más de US$ 9.000 millones anuales. Argentina es el único país occidental que posee al menos 6 proyectos de cobre de clase mundial sin desarrollar.
La minería es el quinto complejo exportador argentino, con enorme incidencia en las economías provinciales. Genera más de 100.000 empleos. Argentina es el quinto productor mundial de litio, el noveno de plata y el decimoséptimo de oro. Posee además producción de rocas de aplicación para la construcción y minerales industriales, destinados mayormente a abastecer al mercado interno.
Para consolidar el crecimiento hay desafíos. La infraestructura logística, la presión tributaria y la necesidad de fortalecer la seguridad jurídica requieren atención urgente. También se debe robustecer el desarrollo de proveedores locales y la capacitación de recursos humanos. Los proyectos mineros toman para su construcción entre 3 y 5 años y producen durante no menos de 30. Un solo proyecto llega a contratar durante su construcción unas 800 pymes, manteniendo durante su vida productiva en forma permanente alrededor de 600.
Se abren además oportunidades de empleo genuino y de calidad para profesionales y técnicos especializados, en zonas alejadas de los centros de producción tradicionales. Es fundamental que se promuevan programas de formación y estrategias de inclusión para asegurar la contratación local.
Asimismo, la industria debe seguir construyendo confianza con las comunidades, apostando por la transparencia y el diálogo. La minería impulsa el desarrollo regional y convive armónicamente con el ambiente cuando se gestiona con responsabilidad.
Las perspectivas de crecimiento son alentadoras. La transición energética global abre una ventana única para Argentina y la minería tiene el potencial de transformar la matriz productiva nacional y posicionar al país como proveedor estratégico de minerales para tecnologías limpias.
Con políticas adecuadas, inversión en infraestructura y diálogo, la Argentina puede convertirse en líder regional en minería moderna. Las próximas décadas pueden ser testigo de una transformación profunda: una Argentina más productiva, con más empleo, desarrollo federal y más oportunidades para todos.
Con información de Clarín