La probabilidad de que suceda un accidente o incidente en una mina subterránea es muy baja. Sin embargo, la minería no es una actividad exenta de riesgos, como los incendios, desmoronamientos o caída de rocas. A 250 metros bajo tierra y luego de un recorrido de más de 7 kilómetros, Energy Report conoció uno de los cuatro refugios de la mina Gualcamayo que, en situaciones extremas, podría salvar la vida de los operarios.
El yacimiento Gualcamayo es una explotación de oro ubicada en el Departamento Jáchal, al norte de San Juan. Está emplazado a una altitud de entre 1.500 y 2.000 m.s.n.m.., y luego de casi 20 años de actividad, ahora tiene la posibilidad de volver a operar con una nueva mina.
El recorrido se realiza en camionetas 4×4 equipadas para mina subterránea, conducidas por choferes profesionales
El auto-rescatador es un equipo vital para ingresar a una mina subterránea, porque permite a cualquier persona escapar de un siniestro o atravesar una cortina de humo. Se trata de un dispositivo para respirar, que convierte el monóxido de carbono en monóxido respirable, bajo una reacción química de las sales que contienen para este fin.
En Gualcamayo se construyeron unos 36 kilómetros de túneles, que cuentan con un sistema de ventilación y en su gran mayoría están iluminados. Todas las paredes están reforzadas con mallas metálicas soldadas, hormigón proyectado (shotcrete), pernos o remaches de hasta 6 metros de largo y otras técnicas de fortificación subterránea de última tecnología.
Este nivel de seguridad en la construcción de la mina les permite afirmar que «nunca» tuvieron derrumbes y que la mina es muy segura para trabajar.
Gualcamayo es una mina con certificación de normas ISO 45001 que garantiza el seguimiento de altos estándares en materia de seguridad y salud en el trabajo. La preparación para eventuales contingencias es un capítulo importante para el control de los riesgos.

Un incendio, el derrumbe de una roca o un accidente con la maquinaria: cualquier acontecimiento puede generar un evento completamente disruptivo en las profundidades de una mina.
Ernesto Fernández, superintendente de operaciones e ingeniero de la empresa Minas Argentinas S.A, propiedad del grupo español AISA Group, asegura que en la mina nunca sucedió ningún tipo de accidente que justificara el uso de los autorescatadores ni de los refugios mineros.
En las minas se instalan infraestructuras que no solo funcionan como resguardo, sino que pueden salvar vidas en situaciones extremas.
No todos los refugios están preparados para albergar a la misma cantidad de operarios. El segundo, por ejemplo, ubicado a poco más de 500 metros de distancia, podría recibir hasta 21 trabajadores. En cambio, el único refugio fijo de Gualcamayo presenta espacio para 24 mineros.
La distribución de cada uno está pensada estratégicamente de modo que, ante cualquier circunstancia, nadie se vea impedido de ingresar a estos espacios de protección.
Los refugios, comprados en Chile entre 2012 y 2014, pero fabricados por una empresa canadiense, no funcionan como lugares de descanso y solo se deben utilizar en situaciones excepcionales que ponen la vida en riesgo.
Según Fernández, los mayores riesgos que existen en minas subterráneas “vienen de la mano de un incendio, una caída de roca o alguna condición particular que obligue a evacuar el personal a los puntos de encuentro, pero mayormente por un incendio”, explicó a este medio.
Bajo cada una de estas circunstancias, el procedimiento sería el siguiente: se producirá la activación de emergencia y los operarios decidirán según una cartilla de evacuación que llevan consigo y el protocolo de emergencias, si las condiciones ameritan esperar en su sector la llegada de la brigada o bien resguardarse en el refugio.
De producirse la necesidad de protegerse en el compartimento subterráneo, los mineros caminarán hasta alcanzarlo. Se ubicarán en una estructura móvil iluminada, blanca, de acero común revestido con pintura epóxica, uno al lado del otro, dieciséis personas en un asiento extenso y acolchonado.
Una vez en el refugio, podrán cerrar su exclusa, para volver a la estanqueidad del mismo y quitarse la mascarilla protectora, porque en su interior contarán con aire comprimido suministrado del exterior, tubos de oxígeno y una máquina depuradora encargada de filtrar el monóxido para inhalar oxígeno respirable. Si el trabajo de esta unidad no es suficiente, el minero también contará con una candela de purificación.
Es clave el ambiente bien oxigenado, por eso cuentan con medidores de monóxido de carbono (CO) externo e interno. Un trabajador puede soportar hasta ocho horas de trabajo bajo 25 partes por millón (PPM) de este gas carbonoso.
Si el detector marca una cantidad superior, debe realizarse una regresión. Por ser altamente tóxico, el máximo de tolerancia es de 100 PPM solo por media hora. La supervivencia, entonces, pasará centralmente por mantener oxígeno respirable.
Luego de acomodarse, un operario se comunicará con la garita principal: “Somos diez personas en el refugio del nivel 1.850”, le dirá, por ejemplo, al personal que instantáneamente abrirá paso al operativo rescate.
Es ahí cuando el reloj de arena se dará vuelta. Cada minuto que pasa es uno menos para alcanzar las 72 horas (en caso de contaminación de la atmosfera de mina, porque en caso de derrumbe o caída de roca podrían estar durante semanas hasta que se acaben los suministros), el tiempo máximo de permanencia dentro del refugio.
“El refugio cuenta con varios elementos que hacen que la persona pueda estar las 72 horas protegida ante cualquier cosa. Gases, humos negros, polvo en suspensión, lo que sea. Son estructuras que están totalmente probadas”, aclara Fernández.
En una mina como Gualcamayo, difícilmente un operativo de rescate pueda demorar tanto tiempo. Es que el yacimiento subterráneo cuenta con múltiples galerías de entrada y salida de la montaña, intercomunicadas entre sí. Incluso, dispone de una chimenea desde la cual puede descender un aparato similar a un ascensor en el que se podrían evacuar hasta 6 personas a la vez.
Sin embargo, hay una premisa que es insoslayable: todos los recursos con los que cuenta el refugio no son más que para sobrevivir. Entonces tiene que haber alguien, un trabajador dentro del lugar, que pueda organizar al personal recluido y administrar el uso de cualquier elemento vital a disposición.
Sobre quién realizará esa tarea, la respuesta de Fernández es contundente: “El que esté más tranquilo para liderar o tenga más conocimiento sobre situaciones de emergencia”.
Para todos los mineros que trabajan en la profundidad de la mina Gualcamayo hay capacitaciones, entrenamientos y simulacros. La importancia de que todo el personal conozca el protocolo de emergencia radica en evitar estados de pánico que lleven a la inacción.
“Si en el momento se encuentra un supervisor, él tomará el rol de líder y hará toda la manipulación”, ejemplifica el superintendente de operaciones.
Es así que el minero al mando deberá cuidar el uso del aire, pero también de todo tipo de alimentos como enlatados y conservas . Todo está calculado según la cantidad de personas y el tiempo posible de permanencia. Cada seis meses, todos los productos se renuevan.
Las instrucciones para optimizar el tiempo de supervivencia ya son conocidas por los trabajadores, pero la parte superior del refugio presenta todo tipo de carteles, medianos y pequeños, con más detalles que no dejan lugar a dudas.
Así, cómo se utiliza la unidad depuradora, en qué cantidad se distribuye el oxígeno según cantidad de operarios y un resumen del procedimiento operacional son los conocimientos más importantes que aparecen explicados en el compartimento, para no realizar ni un paso en falso.
“Todo está totalmente probado y certificado, lo cual garantiza que, si la persona que ingresa sigue los pasos establecidos que están dentro del refugio, sobrevivirá hasta que sea rescatado”, enfatiza Fernández a este medio.
La probabilidad de que los operarios deban acudir a un refugio minero es baja, pero existe. Las chances de tener que utilizarlo más de 72 horas es menor aún, pero existen también.
“Si pasaran más de 72 horas, es porque se trataría de un evento de complejidad absolutamente inusual”, reflexiona el integrante de Minas Argentinas S.A.
A su vez, también razona que sería más esperable un incendio, que podría apagarse en menos de 12 horas, que la caída de una roca, que igualmente podría ser resuelto por la brigada en menos de 72, según el especialista. “Yo trabajo hace 14 años y la parte de sostenimiento y ventilación se evalúa constantemente. No hay razón para permanecer más de tres días allí. Es una mina muy segura”, asegura Fernández.
Esto es así por los estándares de trabajo que la empresa sostiene, entre ellos, la prohibición de trabajar bajo techo no fortificado sin un sensor de gases (bajo 25 PPM el trabajador debe retirarse) o sin la ventilación adecuada, entre otras indicaciones. “Y si hay una falla en el sistema de ventilación, se para todo el trabajo hasta que se soluciona el problema”, concluye el ingeniero de la empresa.
Matías Baglietto, secretario de la Cámara Argentina de Proveedores Mineros, y dueño de Pirca, fabricante de insumos para refugios subterráneos, explica que estos salvaguardas comenzaron a utilizarse en las minas de carbón de Estados Unidos en las décadas del ’70 y ’80, principalmente como respuesta a los incendios provocados por el gas grisú. “El fuego consumía todo el oxígeno y liberaba monóxido de carbono, que es letal, igual que cuando alguien se intoxica con una estufa”, señala.
Con el tiempo, su uso se extendió a otros contextos de la minería. “El accidente de Chile en 2010 ratificó que también sirven frente a derrumbes”, agrega el empresario. En ese sentido, indicó que los refugios que fabrican en su planta de Malvinas, provincia de Buenos Aires, “soportan derrumbes de hasta 30 toneladas” y cuentan con sistemas de presión positiva para evitar la entrada de gases tóxicos.
Baglietto aclaró que, aunque las probabilidades reales de usarlos son bajas porque “la minería tiene estándares de seguridad muy altos”, deben estar siempre listos. Para ello, los equipos que incluyen insumos y pertrechos tienen vencimientos largos, de entre 5 y 10 años. Un refugio estándar para 20 personas cuesta alrededor de u$s 70.000. “Exportamos a Chile, a la mina El Teniente, y estamos trabajando para ampliar la capacidad exportadora”, concluyó.
Fuente: Ámbito / Energy Report